10.1.05

Se podría decir que diminuta is back in town,
pero contra lo que pudiera parecer, ha llegado el momento de que diminuta se tome un descanso de su diminutez (y es que esta puede resultar agotadora).
Y el ombligo que habitaba está cerrado por reformas,
porque se había vuelto una caja llena de nada que se cuela en las articulaciones y cruje cada vez que bostezas. Resultaba ser demasiada nada para ser tan diminuto.
Así que diminuta ha hecho un hatillo (una maleta sería excesivo para su escueto tamaño) y ha huido, aunque no sabe a donde, porque es tan diminuta que ella misma no es capaz de verse,
y ahora entiende que el señor juez que la acusó de excesiva diminutez no pudiese ver su declaración de inocencia.
Y no llora por miedo a que sus lágrimas la hagan encoger aún más.
Y las frases son todas largas y copulativas, por si fuesen la única manera de llegar al final de cuento. Mientras tanto sólo espera no perder las llaves de la caja llena de nada, ni olvidar donde estaba la cerradura y poder alimentarse de puntos suspensivos, que son casi tan nutritivos como los puntos y coma.
A velas vir, que no es lo mismo que a dos velas, pero se parece bastante.