15.1.04

El problema de los días que no hace sol no es que no haga sol.
El problema de los días que no hace sol es que no puedo verlo todo rosa. Y no es una bonita metáfora sobre la felicidad: es que los cristales (más apropiado sería vidrios, quizás) de mis gafas de sol son rosas.
El problema de los días que no hace sol no es que no tienes excusa para ir mirando el mundo en rosa.
El problema de los días que no hace sol es que como no llevas las gafas rosa (y por algún mecanismo retiniano de compensación de colores complementarios) lo ves absolutamente todo verde. Y no es una cromática metáfora sobre el pesimismo.

El problema de los días que no hace sol es que sólo puedo beber Heineken.