20.3.04

Es increíble como, siendo como soy tan diminuta, de repente descubro que me he vuelto a doblar sobre mí misma, encajando todo simétricamente en cada dirección. Quizá es por eso que no distingo izquierda de derecha, quien sabe.
El caso es que me doblo cada vez a la mitad, o me desdoblo, ya no sé, pero siempre aparece esa muesca triangular en un lado, entre las costillas tercera y cuarta; aquella muesca que me hice de niña con unas tijeras sin punta, intentando convertirme en un filigranado mantelito de papel.
Perdón, intentando convertirme en alguien interesante.