6.6.04

De la niña que espiaba desde detrás del interruptor sólo queda una mano (exactamente, la punta de cuatro dedos que se agarran al canto del embellecedor del interruptor con la misma rabia que los dedos del malo se agarran a la resbaladiza arena del borde del acantilado justo antes de que se acabe la película).
No sé qué ha sido de ella. A veces pienso que ahora ya solo se asoma cuando yo no la miro, porque no encuentro su cabeza por ninguna parte. Y una cabeza no desaparece así como así.
Aunque la mía a veces lo hace.

Creo que debería ordenar mi habitación.